sábado, 25 de agosto de 2012

MADERA DE CHORIZO





       Un hombre que vuelve de juerga, algo calamocano, entra torpemente por la ventana. Ve unas bragas sobre la cama y se las coloca a modo de pasamontañas. Acto seguido, abre un estuche de manicura que ve sobre una mesita y coge la lima metálica más grande que encuentra: la empuña como un arma.

CHORIZO.- El dinero.
VOZ DE ANCIANA.- Sobre la mesita hay.

Una voz de anciana sale del cuarto de baño. El chorizo ve unas monedas sobre la mesita. Su primera intención es cogerlas, pero le parece poco botín e insiste.

CHORIZO.- Quiero más dinero.
VOZ DE ANCIANA.- En mi monedero.

El chorizo se abalanza sobre el monedero y cuenta varios billetes de cincuenta y un cupón de lotería. Pero piensa que, si el acceso a los billetes es tan fácil, allí debe haber mucho más dinero, así que deja sobre la mesita los billetes. La anciana sale del baño y ambos se asustan a la par, pero ella levanta instintivamente los brazos.

CHORIZO.- Déme usted todo el dinero que tenga.
ANCIANA.- Socorro, me están atracando.
CHORIZO.- ¡Chisst!, cállese que nos pueden oír.
ANCIANA.- (Imposta sus palabras y gritos). Socorro, que me atraca un chorizo, un criminal, un asesino.
CHORIZO.- Señora, por favor, un poco de moderación. De acuerdo en lo de chorizo, incluso le acepto lo de criminal, ¡pero lo de asesino!
ANCIANA.- Niñato, si empuñas un arma blanca es que estás dispuesto a usarla contra mí.
CHORIZO.- ¡No llegará la sangre al río!
ANCIANA.- (Acercando su cuerpo hasta tocar la lima) ¡Que me raja!
CHORIZO.- (Retirándose) ¿Qué hace, señora?, ¿está usted loca?
ANCIANA.- ¿Se ha atrevido a llamarme vieja loca? ¡Aahhhhh!
CHORIZO.- Con todo respeto, yo no he dicho que sea una vieja.
ANCIANA.- Pero lo ha pensado. Se ha quedado con las ganas de llamarme vieja chocha. Lo tenía en la punta de la lengua. No lo niegue.
CHORIZO.- Bueno, dejémonos de discutir pamplinas y déme todo el dinero que guarda, venga.
ANCIANA.- ¿Dinero?, No tengo dinero. Soy una pobre ancianita que cobra una mísera pensión de cien euros. El gobierno es un tacaño.
CHORIZO.- Y las joyas.
ANCIANA.- ¿Qué joyas? Me parece, tontoloco, que te has equivocado de ventana. ¡Ja, ja, ja!

CHORIZO.- ¡Me está tomando el pelo!
ANCIANA.-  Registre, registre si no me cree.

El chorizo no se fía de las palabras de la anciana, pero finalmente registra varios cajones, mira debajo del colchón. Después, se la queda mirando fijamente y ella levanta más los brazos. Le registra los bolsillos y le palpa  el vestido.

ANCIANA.- ¡Socorro, que me viola!
CHORIZO.- Oiga, que no es lo que parece.
ANCIANA.- ¡Aahhhhh! Un sádico ha entrado en mi habitación y está abusando de mí ¡Auxílienme! ¡Aahhhhh!
CHORIZO.- Bueno, vale, de acuerdo, señora, ya veo que no tiene joyas, pero cállese de una vez.
ANCIANA.- (Deja de gritar en seco.) Una es viuda muy decente, y aunque tú seas un atracador, no dejamos de ser un hombre y una mujer solos en la habitación de un hotel. Y donde está el cuerpo, está el peligro.
CHORIZO.-  (Suelta la lima y el improvisado pasamontañas.) Mire, señora, le diré lo que voy a hacer: yo cojo esos billetes, desaparezco por la ventana y zanjamos de una vez el asunto.

ANCIANA.- (Haciéndoles una pequeña raja.) ¿Qué billetes?, ¿éstos?
Están marcados. Si los coges te van a cazar en cuanto salgas de aquí.

El chorizo se ve atrapado, y en un arrebato, se apodera del cupón de lotería como todo botín y se precipita por la misma ventana que entró.

ANCIANA.- (Acercándose a la ventana.) ¡Pero si ese cupón está caducado! (Se oye un gran estruendo) Y encima se cae el tontainas.


OSCURO


Javier García Teba
Sancti Petri, Octubre de 2009

domingo, 12 de agosto de 2012

PÁJARO DE AGOSTO


Sobre el asfalto
se derriten las horas en láminas descalzas.
Mi coche, rumbo a la ducha o la cerveza
no espera caridad de un sol
                          que desdibuja el horizonte. 

De repente, un impacto
me obliga a protegerme de lo desconocido.
Es un golpe brutal que desnuca certero
el vuelo y su parábola.
Más de cuarenta grados y el azar,
los fragmentos,
golpe de la desgracia.

Un pájaro agoniza contra el cristal del coche.
Límite transparente de alas desnutridas. 

Tan delgada la linde, tan quebradizo el cauce
que este pájaro herido, muerto contra mi vista,
es opaca metáfora, símbolo palpitante
expuesto sobre un vidrio,
la severa factura del forense.

Más al cabo nos queda 
liquidar la inmundicia,
aniquilar los restos, olvidar las entrañas.
Mirar
la transparencia. 

     MARÍA ROSAL
                    

Ilustración: Paco Montañés


sábado, 11 de agosto de 2012

La Tregua 7. EDITORIAL. Séptima estación


Ilustración: Mª José de Córdoba

     En nuestro viaje literario alcanzamos la séptima estación. ¿No os trae recuerdos esta parada? ¿No oteáis otro horizonte futuro? No hay cine en nuestra revista pero algunos de los contenidos narrativos, teatrales o poéticos bien podrían servir para el séptimo arte e inspirar a la musa del cine. La Tregua 7 invita a escoger un camino, que bien puede ser el de la portada para adentrarse en las páginas de esta publicación anual, o bien el que cada cual encuentre, imagine o busque. A la Tregua 7 le han salido los colores y esta ruborizada, feliz de su nuevo cromatismo, (el Área de Cultura de la ciudad fronteriza y abacial donde se cuece a fuego lento la Tregua, como siempre, confía en ella y con su fiel y estimado mecenazgo no ha dudado en sufragar la nueva apuesta). La lectura llevara a muchos otros caminos, entre ellos, está el de encontrar el propio arcoiris y llevarlo en las manos. La tipografía más artesanal, original de Paco Martínez Vela y su familia, con toda la ternura de la vieja imprenta de los tipos de plomo, que detiene el tiempo y huele a tinta de verdad, también se alió con nuestra revista de provincias “transibérica”, orientada a ultramar, y le dio su toque en esta séptima entrega personalizada, lector y amigo, para ti, solo para ti. 

     En el simbólico número siete, de las bienaventurazas bíblicas, de los cuentos de enanitos, de los días de la semana, llegamos al séptimo día, al del merecido descanso, para Dios y para cualquier mortal que se esfuerce y crea en lo que hace, aunque no sea el creador de lo que haga, y desde esta sinfonía de musas, invitamos a todos a sumergirse en el pensamiento creativo, individual y colectivo. Qué ya estamos a un paso de la octava sinfonía de Betoween, ¿acaso no se escucha ya la música en varias de sus páginas? La musa Euterpe llega animosa dispuesta a asentarse en esta y otras muchas treguas. Sea bienvenida. Demos pues tregua a la música y que los sones de la música nos den muchas treguas, que tal como está el mundo de revuelto, la necesitamos, dejemos que la música sea compañera del camino, y nos apacigue y nos despierte y nos protega en medio del desasosiego de esa intemperie globalizada en que vivimos. “No hay caminos para la paz, la paz es el camino”, decía Mathama Gandhi, y esa paz, seguro que está a un paso de la tregua y de la música.

     Gracias, una vez más a todos los amigos y colaboradores de la Tregua. Disfrutad, con el viaje que esta paleta de mezclas, este ramillete de musas, os inspire. Gozad con los sueños, cuentos y utopías, de bosques, elfos y otras fantasías  rescatados en estas páginas. Gracias, Fanny Rubio y Carmen Arroyo por vuestro diálogo y vuestros testimonios, literario y musical, respectivamente. Tan cercanas en nuestro contexto por vuestro origen linarense y baezano, y tan intrépidas y aventureras en vuestro viaje universal por el conocimiento. Qué esta séptima estación también os dé buen cobijo y vuestras palabras vuelen irisadas con la belleza interior bien imprimida y la sutileza de las mariposas.

     ¡Qué nadie se sienta ausente, vente, siéntate y siente, también es tuya esta tregua siete!.“Caminante no hay camino se hace camino al andar. / y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”. Se cumple un siglo de la llegada del genial poeta y filósofo Antonio Machado a Baeza, allá por 1912. Qué el machadiano año de 2012 nos lleve por la vereda, más lírica, más auténtica y más vital.


                                                                       CLAUDIA SÁNCHEZ